Carlos Luis Michel Fumero: Conoce los efectos de la corrupción en las aduanas
La corrupción y las aduanas han sido dos vocablos que en muchos países han estado siempre vinculados. La idea de designar profesionales y técnicos en las diferentes funciones aduaneras públicas y privadas no persigue, como se puede entrever, el exclusivo fin de erradicar actuaciones desacertadas, apremia también el de frenar la corrupción, pues quienes no se han especializado en la materia mediante los esfuerzos, sacrificios, experiencia y tiempo requerido para ello, caerán con mayor facilidad en la tentación de delinquir, porque en el fondo no aman ni sienten interés verdadero por esa materia.
También han sido numerosos los profesionales y técnicos aduaneros que en sus distintas posiciones administrativas han cedido ante las provocaciones de la riqueza fácil. Generalmente estos escudan sus ilicitudes en su propio saber especializado invocando reglas técnicas aparentemente sólidas que luego, al ser complacidos, desechan sin riesgos; conocen cuándo pueden amenazar con el cobro de derechos diferenciales, con la aplicación de multas o comisos y con la apertura de procesos judiciales; saben cuántos efectos negativos puede producir el retardo en la entrega de las mercancías o el inicio de una investigación.
La corrupción aduanera lesiona, en síntesis, estos sagrados intereses fiscales, a más de los de la colectividad en general y derrumba el prestigio de las instituciones aduaneras y de sus servidores.
Una buena manera de enfrentar la impunidad podría radicar en la revisión y seguimiento minucioso de la conducta profesional y personal de cada funcionario.
Así como la administración tributaria ha demostrado ser severa con los contribuyentes aun ante incumplimientos de simples deberes formales, con mayor razón tendría que ser más rigurosa todavía con sus propios funcionarios por la violación de sus obligaciones y por sus conductas que reflejen ignorancia, impericia, negligencia, imprudencia y, en general, irresponsabilidad.
Siempre será vital evitar que egresen irregularmente de las respectivas zonas aduaneras cargamentos de la más variada índole (incluso productos perniciosos o peligrosos) en proporciones gigantescas y con aprovechamiento masivo de los conocidos contenedores.
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